Me despierto y no quiero. Me despierto con el alboroto de los pájaros y quiero seguir durmiendo. Huelo mal. Creo que todavía estoy en Santa Pola. Si, estoy en Santa Pola. La arena ya está caliente y hay gente que me mira. Y no veo a mi amigo. No me quiero acordar pero me acuerdo. Pobre mi loca triste, que se dejó convencer de la nada, del fracaso pegajoso de todos y de alguno que ella misma se echó al hombro para sentir que tanto desastre tenía justificación. Negrita mía, te pensaste que no lo iba a logrr, que por primera vez en mi vida no iba a lograr lo que quería. Tantos años juntos y no alcanzaste a conocerme. Siempre fuimos los otros, y ahora entiendo por fin, que siempre somos los otros, que no hay fusión ni transparencias. Aquella noche caliente y sudorosa, Enero arrancó a Pedro de Buenos Aires en un avión hacia las Europas como decía Rita y ella se encerró en un baño del aeropuerto a llorar a los gritos, con la cara espesa de lágrimas y saliva, con el nom