De los años

Cuando llegue

Cuando llegue
la tardía paz y ya no pese
esta colmena de agitadas alas,
y se corrompa la eternidad
delante de un reloj que se detiene…

Habré, entonces , profanado los espejos.
Se escurrirá la juventud,
sin darme cuenta.



Quedará de mí


Quedará de mí
la hundida garganta sin lenguajes.
Un rasguño en la carne
será sin esperanza la cicatriz sin luz,
una desollada vanidad
de pasiones suicidas.
No olvidarte, anhelaba
pero la ebriedad de las horas
serpentea en la puerta.

No te hallo detrás de mis pupilas.
Ni hay mejor destino que el olvido.

Viajé amniótica

Viajé amniótica
con hélices y túneles.
Fui menos que un embrión
o que un gameto.
Un zaguán de ulcerados calendarios
asistieron mi viaje.
Una materia ingrávida.
Y al fin, hallé el fuego.
Había grandes reptiles
con pobreza de días ,una mujer de piedra,
y una pira con sangre.

Pero había equivocado mi camino.


Hoy, mientras todavía

Hoy, mientras todavía
late con brío el músculo esencial,
y que todavía no me resigno a los astros,
en esta minuciosa claridad del sueño ausente,
me molestan los años.

Esta fatigada juventud muerde mi aire.
Será un difuso atardecer , el calendario.






De amor y de ausencia


Has vuelto a envejecer


Has vuelto a envejecer.
Ya no tienes la edad de la alegría.
Ya no sientes el deber de la alegría.
Afiladamente escombros,
vuelves por la exactitud de los años.

Una mujer mojada de urgencias
precipita el adiós entre tus piernas.

Hoy has vuelto a ser viejo.



El exilio es mi hogar

El exilio es mi hogar
con ojos tristes.
La frontera, mi patria sin orgullo.

El traicionado llanto de las fotos
me demora la mano
por las sienes.

He malgastado la memoria.




No abras mucho los labios

No abras mucho los labios
cuando bebas
y mojes la copa que, a pesar,
de mi sed, te posee.

No hay moderada miel en mi deseo.

No hay brevedad de urgencia.
No hay piedad.
Sólo el llanto en las piernas.



Entro en mi amor

Entro en mi amor
como un húmedo animal.
La lengua es una sábana de amantes.
Palpita el músculo de gozo.

Para calmar la inmensidad del corazón
me detengo enfrente del abismo.

Alguien respira cerca de mi rostro.
La música es feliz y atormentada,
una bodega de dulces moretones.





Del exilio

La lluvia lame mi casa

La lluvia lame mi casa
y el olvido vigila mi habitación.
La puerta no quiere el exterminio de la noche.

Algún día, alguna otra oscuridad.
La guirnalda feroz de la alegría
coronará las cuencas de mi abismo.

Volveré por la risa.


Una familia insomne

Una familia insomne
habita en la celda del exilio.
La pido a mi madre que no deje
que vea a mi verdugo.
He llegado al codo de la noche.

A este umbral de acero ausente,
ya no acuden los héroes.

Un aleteo de manos

Un aleteo de manos de cartón
obedece a mi miedo.
No descansan jamás las pesadillas.
Seguimos pasando uno a uno,
por la inmensa orfandad del aeropuerto. Avellaneda

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